Consejos y ejercicios

"Cuando los pacientes han aprendido a utilizar sus ojos y su mente de forma relajada, la visión mejora y los errores de refracción tienden a corregirse por sí solos."
Aldous Huxley
El arte de ver, 1942

Ver bien (sin gafas ni lentillas) con la ayuda de los métodos naturales es un proceso de desarrollo personal que exige, ante todo, ilusión y constancia. Hay que comprometerse a invertir el tiempo necesario para mejorar la propia visión y, aunque nuestra vida pueda parecer ocupada, tenemos que pensar en nuestra vista como en una de nuestras prioridades. 

Una buena idea consiste en escribir en un cuaderno por qué queremos mejorar nuestra vista y anotar en él nuestros futuros progresos y experiencias. Yo escribí en mi diario: “Quiero ver claro para ser yo mismo, para ampliar mi visión de la vida”.

Vamos a aprender nuevas costumbres visuales y sabemos que, si cuidamos nuestra vista, nos sentiremos mejor y nuestra salud general mejorará. Si tenemos confianza en nuestros ojos, conseguiremos confiar más en nosotros mismos.

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En primer lugar, es importante empezar a reducir poco a poco el uso de las gafas graduadas (o las lentillas) tan a menudo como sea posible, sobre todo en lugares seguros y conocidos. Una buena idea es sustituirlas por unas más antiguas, de menor graduación, o por gafas reticulares (cf. la sección RECURSOS).

Por lo tanto, hay que romper la costumbre de ponerse las gafas nada más levantarse por la mañana. Es bueno utilizar libremente los propios ojos.

Para ello, es necesario tener una mentalidad positiva y centrarse en las cosas que SÍ podemos ver: las formas, los colores, las dimensiones, las sombras, etc. Se trata de aprender a amar los propios ojos y de pensar que ver mal NO es una fatalidad.

Sin gafas, deja que fluyan estos pensamientos: “No es imprescindible que lo vea todo claramente. Valoro la visión que tengo en este mismo momento. Ya no me peleo contra lo borroso. Comprendo que esta es mi visión hoy y la acepto. (…) Es temporal.” (Janet Goodrich)

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Para una buena visión, el ojo necesita estar constantemente en movimiento (cf. el apartado “los 3 principios fundamentales”), un estado que podemos desarrollar, a lo largo de todo el día, en cualquier sitio y en cualquier lugar, a través de 4 acciones: parpadear (pestañear), respirar, delinear y bostezar. Dichas acciones nos permiten “estar presentes” y prestar atención al funcionamiento de nuestro sistema visual.

1. Conviene parpadear cuando nos demos cuenta de que estamos mirando algo de manera fija. El parpadeo no sólo nos brinda un breve instante de reposo en la oscuridad, sino que crea la ilusión de que lo que miramos se mueve. ¿Sabías que, en condiciones normales, parpadeamos de media una vez cada 5 segundos? Pregúntate: ¿Parpadeo lo suficiente? Parpadear regularmente nos permite utilizar los ojos de manera adecuada y, al hidratar la córnea y la conjuntiva, nos permite ver mejor.

2. Hay que asegurarse también de no retener la respiración, ya que normalmente esta retención se produce de manera inconsciente cuando miramos algo fijamente. Por ello, conviene respirar lenta y profundamente (respiración abdominal) y acordarse de que, en condiciones normales, debe respirarse siempre por la nariz.

Un buen consejo es adoptar la costumbre de realizar a diario una serie de 10 inspiraciones profundas seguidas de otras tantas espiraciones profundas (idealmente, con una pausa respiratoria de 2 segundos entre cada una de ellas).

3. Delinear es una herramienta misteriosa: se realiza con la ayuda de un pincel mágico (imaginario) que sólo nosotros conocemos y que prolonga nuestra nariz hasta el objeto que nos interesa. El pincel se alarga y se contrae a voluntad, según la distancia a la cual se encuentra dicho objeto.

“Ver no es lo mismo que mirar”. Es bueno pasear el pincel virtual (moviendo asimismo ligeramente la cabeza) para ver los colores, la forma y los detalles de lo que miramos para, así, poder reconstituir el conjunto. Es como si creáramos lo que vemos, dibujando sus contornos. Trabajamos con la visión central, pero también nos abrimos a la percepción del resto del campo visual (visión periférica).

4. El bostezo es una actividad simple y fundamental para el buen funcionamiento de los ojos. No sólo los oxigena en profundidad, sino que estimula la producción de lágrimas y previene el síndrome del ojo seco. Además, un gran bostezo (como el de un león) es relajante y elimina las tensiones físicas y psíquicas.

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Asimismo, es esencial aprender a descansar los ojos, continuamente solicitados por todo tipo de estímulos. Ello implica relajar también la mente y escuchar las propias sensaciones corporales. (Cf. más abajo los vídeos del “palming o palmeo” y las “oscilaciones amplias”.)

“La manera más sencilla de descansar los ojos es cerrarlos durante un tiempo más o menos prolongado y pensar en algo agradable. Esto es siempre lo primero que se debe hacer y hay muy pocas personas que no saquen provecho momentáneo de ello.” (William H. Bates)

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Finalmente, los rayos del sol son muy beneficiosos para los ojos. El baño de sol consiste en dirigir la mirada hacia el sol con los ojos cerrados y, durante varios minutos (aumentando progresivamente el tiempo de exposición hasta los 5 minutos), girar lentamente la cabeza a la derecha y después a la izquierda, de hombro a hombro, para permitir que los rayos solares bañen toda la cara y la zona ocular con la misma intensidad.

El sol fortalece los nervios de la retina y el nervio óptico, acelera la circulación sanguínea de los ojos y los limpia de impurezas, relaja los músculos tensos y proporciona calma mental.

“Aprender a tomar el sol es lo más importante que pueden hacer unos ojos débiles para mejorar la vista. El sol es el gran remedio para todas las partes del cuerpo y particularmente para los ojos, que están hechos para aceptar y utilizar la luz.” (Margaret D. Corbett)

 

Conviene igualmente no abusar de las gafas de sol y limitar su uso sólo a los casos de deslumbramiento excesivo (en áreas de alta montaña, en el mar en verano, etc.).

A continuación, se exponen varias actividades prácticas, explicadas por el educador italiano Maurizio Cagnoli.

Convendría realizar algunas de estas prácticas (siempre sin gafas ni lentillas) durante el día, especialmente las cinco primeras, así como el baño de sol; no hace falta hacerlo durante mucho rato. “Un poco, a menudo” es el lema para adquirir buenos hábitos que después perduren.

NOTA: Es útil colocar un optotipo o cuadro de prueba (cf. “glosario”) en algún lugar de la casa y, tomando una distancia de referencia, mirarlo varias veces al día (antes y después de realizar alguna de las actividades prácticas) para comprobar cómo está y cómo evoluciona nuestra visión.

Automasaje

Ayuda a relajar los ojos y los músculos que hay a su alrededo

Movimiento de ochos perezosos

Desarrolla la visión periférica, favorece la fluidez mental e integra los campos visuales derecho e izquierdo

Palming o palmeo

Se cubren los ojos con las palmas de las manos y se cierran para darles descanso en la oscuridad total

Movimiento de cerca y lejos

Permite mejorar la convergencia

Oscilaciones amplias

Balanceo lateral del cuerpo que combina el movimiento y la relajación

Trabajo con pelotas

Estimula el movimiento de los ojos y permite mejorar el enfoque

Trabajo con el parche

Práctica recomendada para personas que tienen un ojo muy distinto del otro, que tienen un problema visual solamente en un ojo o que quieren mejorar la coordinación de ambos ojos

Trabajo con el “shifter”

Ayuda a enfocar mejor y estimula la percepción de la profundidad y la distancia